Presionar el cepillo al limpiarnos los dientes puede ser malo.

Los dientes son una parte del cuerpo que debemos cuidar a conciencia, ya que están expuestos a constantes agresiones por parte de las bacterias que se forman en la boca.
Por eso es necesario que mantengamos una correcta higiene bucal para evitar la proliferación de estas bacterias.
El cepillado es la mejor solución para acabar con ellas y mantener una correcta salud dental, pero en exceso también puede suponer un problema, y más cuando apretamos mucho al lavarnos los dientes.
Al cepillarnos lo que hacemos es eliminar la capa de bacterias que se forma en torno a las encías y los dientes y que es la causante de producir el sarro y las caries de los dientes.
Un correcto cepillado nos ayudará a proteger el esmalte y preservarlo por más tiempo. Pero el cepillo de dientes está formado por cientos de filamentos que al entrar en contacto con la superficie de dientes y encías pueden causar mucho daño si no los utilizamos de la manera correcta.
El roce de los filamentos del cepillo con los dientes y encías a priori resulta inofensivo, siempre y cuando se realice con suavidad y mesura, como si de un masaje se tratara.
El problema está cuando apretamos demasiado y sometemos a nuestros dientes a un cepillado excesivo. Para acabar con las bacterias con un simple cepillado suave basta, el resto es por demás, y causará en nuestros dientes desperfectos.
En primer lugar las encías pueden verse afectadas, algo que las obligará a disminuir de tamaño y hacerse más pequeñas, sacando a la luz más superficie del diente.
Los dientes están recubiertos por una capa fuerte llamada esmalte, y en su interior tienen otras más blandas que se conocen como dentina. Al hacerse más pequeñas las encías, parte de esta dentina aparece y se desgasta más rápido si seguimos con un cepillado fuerte, pudiendo dañar la pieza dental gravemente, tanto que podemos llegar a perder el diente.
Aunque antes de que esto suceda, el exceso de cepillado causará sensibilidad en las encías y en los dientes, haciendo que nos moleste en muchos casos comer.
Para evitar esto es necesario que sepamos cepillarnos adecuadamente sin forzar demasiado, pues con un ligero masaje sobre los dientes y en las encías basta.
Utilizar un cepillo suave nos ayudará bastante a la hora de mejorar los resultados y no dañar los dientes haciéndolos más vulnerables a los ataques de las bacterias que pueblan la boca.
Utilizar enjuagues bucales ricos en minerales y sustancias como el flúor nos ayudará a fortalecer el esmalte y evitar problemas futuros.
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